Ya lo estoy viendo: en la sala de reuniones de Futanito S.L., se ha reunido el equipo directivo para tratar el plan estratégico del próximo trimestre. Todos comentan, discuten y al final establecen estrategias, objetivos, acciones. En ese momento el responsable de marketing comenta que trabajar el relato de marca puede ayudar a aumentar las ventas. Todos le miran con una clara expresión en la cara de ¿Ein??
Un pelín intimidado/a, reacciona: Si, ¿no habéis oído hablar del storytelling? Ante la cara de póquer que aún lucen sus compañeros, se siente más seguro y suelta por esa boca todo lo que ha estado leyendo últimamente con mejor o peor fortuna sobre el tema, con la conclusión de que “el relato de marca es una herramienta muy potente y tenemos que contar nuestra historia para tener más clientes”.
Los demás flipan un poco pero oye, no deja de tener sentido. Si los clientes nos conocen mejor, si conseguimos transmitirles nuestros valores, nuestra apuesta por la calidad, nuestro esfuerzo por mejorar, por ser más eficientes, menos contaminantes, nuestras iniciativas sociales y demás, seguro que conseguimos vender más y mejor.
Dicho y hecho. El CEO, que ya ve cómo la cuenta de resultados le sonríe como sólo sabe hacerlo una página de excel, pone toda la carne en el asador y un sustancioso presupuesto en manos del responsable de marketing, que, diligente, coge a su equipo y traslada la orden:
“A por el relato de marca, chicos!”.
Y la empresa se lanza a la misión de dar a conocer su historia. Cambio de web, cambio de estrategia en RRSS, una campaña para dar a conocer el origen de la marca, cambio de identidad corporativa. Oye, sin peros. Un derroche.
Al cabo de unos meses, el CEO de la empresa, llama a su despacho al responsable de marketing, que intuyendo por donde van los tiros, traga saliva. La excel no ha sonreído, es más, no dice ni mú. El responsable de marketing, sintiendo la guadaña cerca de su gaznate, no acaba de entender qué ha podido pasar.
Porque en verdad las cosas se han hecho bien. El equipo de marketing es solvente y ha sabido hacer su trabajo, el presupuesto no era problema, se han cumplido los plazos, todo ha salido conforme se había planificado y la ejecución ha sido impecable. ¿Y???
Pues ha pasado lo que Phil Gayter ha venido a llamar con un acierto asombroso no carente de retranca “The Bad Date Syndrome”, o síndrome de la mala cita.
A todos nos ha pasado. Parece interesante, luce simpático/a y además está bueno/a. Así que nos sentamos en el restaurante o tomando un copa y de repente el susodicho empieza a hablar: Yo soy, a mí me gusta, yo siento, me encanta, yo pienso, yo trabajo, mi sueño es… Yo, mi, me, conmigo. Y ahí aguantas paciente el chaparrón, hasta que miras el reloj y dices, “Uy, si tengo que pasear al perro”. Bomba de humo y a correr que para luego es tarde.
Bueno, pues a la mayoría de las marcas les pasa eso mismo. Trabajan su relato de marca, si. Pero para ellas, no para el cliente o el usuario.
“Nuestro proceso de calidad…”
“Nuestros valores son…”
“Nuestros productos…”
“Nuestro equipo…”
Nosotros somos, nosotros tenemos, nosotros ofrecemos, nosotros, nosotros…
Te voy a decir un secreto:
A tu cliente/usuario le importa un ca**jo tu relato de marca, si en ese relato de marca, no hablas sobre él.
“Cuéntame un cuento, un cuento sobre mí”, le dice Peter Pan a Wendy. Pues piensa que en el fondo todos somos un poco como Peter. Y nos encanta que nos hablen de nosotros, nos encanta que nos escuchen.
Olvida el monólogo, no eres tú el que interesa. Fomenta el diálogo, cultiva la afinidad con tus clientes/usuarios. Trabaja tu relato de marca pero con, por y para tu cliente. Y si necesitas ayuda, pues para eso estamos 😉
[bctt tweet=»Para tener un relato de marca que interese a tu cliente o usuario, fomenta el diálogo, cultiva la afinidad con sus gustos y retos. Tu relato es con, por y para él.» username=»sandra_copy»]
Convierte, como dice Gayter, a tu marca en una buena cita. No hace falta que sea un chulazo o un pibón. Tan sólo que sea puntual, amable, que escuche lo que quieran o necesiten contarle, que su conversación sea interesante y divertida.
Tu marca y su cliente tienen muchísimo en común. Aprovéchalo.
Ése, y no otro, es el secreto para conseguir el tan deseado “engagement”. Y aún dar un paso más: es la clave para conseguir establecer relaciones y para generar confianza que es el paso previo necesario a la fidelidad. Y ya sabes, si tienes una buena cita, lo más normal es que repitas. Y así sin darte cuenta, acabes oyendo campanas de boda y rubricando con las palabras “Fueron felices y comieron perdices” un relato muy especial: El de tu marca con su cliente.