¿Conflicto yo? Nooooo gracias!
Pero vamos a ver. Que no es tan grave. Nos surgen conflictos todos los días, los superamos y seguimos adelante. Porque eso es lo importante en tu relato. Seguir adelante.
Piensa en una historia. Cualquiera. La última película que has visto, cómo conociste a tu mujer/marido, cómo has llegado a conseguir tu puesto de trabajo. La que sea. Te resumo: la cosa empieza más o menos bien, algo sucede, hay un problema, se hace todo lo posible por resolverlo. Si se resuelve, ¡bingo! Happy end. Si no, es una historia que acaba mal. Que también puede ser. Pero lo que centra y vertebra todo, es ese momento en el que tú, o el prota de la peli, o quien sea, se encuentra el escollo que le impide conseguir lo que quiere. Porque si no, no hay historia. Seamos sinceros. ¿Cuántas veces nos ocurre algo y exageramos el conflicto para que la historia sea más molona? Si, no digas que no. Muchas. Pues si quieres contar la historia de tu empresa, proyecto u organización, lo siento, pero necesitas un conflicto.
Para que el storytelling funcione y nuestra historia enganche, necesitamos un conflicto.
¿Por qué nos resistimos a mostrar nuestros conflictos? Hay varias razones:
Primero: Porque el conflicto da miedo. En una sociedad que penaliza el fracaso, tener conflictos implica rozar, aunque sea de manera tangencial, el fracaso. Y aunque el mundo del coaching diga que el fracaso no existe y bla, bla, ojo, que está muy bien y además creo firmemente que es verdad, lo cierto es que el fracaso nos aterra.
Segundo: Porque el conflicto implica vulnerabilidad. Y por Dios, ¿cómo voy yo a tener alguna debilidad?. Sólo tienes que echarle un vistazo a Linkedin. El 90% de las publicaciones podemos resumirlas así: He tenido una día/experiencia co*nudo, soy la pera limonera y mis compis me ajuntan un montón. Venga ya. Que sí, que eso puede ocurrir, pero, ¿cuantas veces? Lo que nos mola cuando vemos una historia es pensar, “J*der, si es tan pringado como yo”. O lo que es lo mismo, tiene mis mismos conflictos.
Tercero: Porque el conflicto es feo. En una sociedad en la que lo feo es pecado mortal, en la que el parecer es más importante que el ser y en la que la belleza, por alterada, artificial o enfermiza que sea, se premia con el éxito, un conflicto feúcho no es de recibo. Ale, a barrerlo debajo de la alfombra. El conflicto es frustrante, deprimente, triste y puede que hasta traumático. Pero ¿sabes lo que también es? Inevitable. Y aparentar que no existe no sirve de nada.
Asumido nuestro terror al conflicto, asumamos también que sin conflicto no hay storytelling posible. ¿Porqué? Por que sin conflicto es imposible que empaticemos con el/la protagonista de la historia. Sea una persona, un proyecto o una empresa. Porque como espectadores de esa historia, necesitamos que nos cuenten las dificultades por las que se ha pasado para conseguir llegar a un objetivo. Sólo de esa manera podremos valorar el éxito.
Asi que, ¿cómo lo ves? ¿Te decides a buscar tu conflicto? Dime que sí y seguiremos este viaje hacia tu propia historia. Y si ya me dejas un comentario, será la leche! X)