Cuando estás empezando con un proyecto, una de las cosas de las que no te avisan, que no está en el plan de negocio, que tampoco se contempla en un DAFO, que no aparece por ninguna lado en toda esa montaña de análisis, informes, estudios y demás, pero que puede que sea el elemento más dañino que un emprendedor o empresario reciente se puede encontrar, es la cantidad de veces que escucha NO.
¿Porqué? Porque de todos los activos que tiene ese empresario, o emprendedor, o start up, puede que el más importante, sobre el que se fundamenta el proyecto, su motor, sea su motivación. Su ilusión por llevarlo a cabo, por conseguir el éxito. Y ese NO repetido, ese NO pétreo, ese NO, a veces brutalmente sincero, a veces encubierto por palabras como “quizás en un futuro”, “pero me parece algo interesante”, “en este momento no me es posible…” ese NO, actúa poco a poco, casi de forma imperceptible, socavando sin remedio esa ilusión hasta que se derrumba. Y sin ella, nada es posible.
Cuando termines de leer este post, verás que el temible y asqueroso NO puede convertirse en tu mejor amigo.
Así pues, el NO pasa a ser una sombra amenazante, un Sauron cualquiera al acecho, un coco perverso y chungo que consigue aco**nar al más pintado. Le pasa un poco como al conflicto, cuando ya vimos en este post que el conflicto es absolutamente necesario para estructurar una historia y además mola mazo. Como a mí, llámame masoca, me van las causas perdidas, he decidido que voy a convertir a la Bestia NO en un chulazo rubio y de ojos azules, o en un pibón a lo Angelina en sus buenos tiempos. O lo que es lo mismo, cuando termines de leer este post, verás que el temible y asqueroso NO puede convertirse en tu mejor amigo.
Y ahí estás tú. Frente a la lista de prospectos, con un email ya preparado para enviar. Te ha quedado la mar de mono. Te lo has currado y has investigado al objetivo, le has encontrado el punto de dolor por donde poder atacar y usando truquillos de copy, bravo, pero si de verdad quieres copy del bueno, pues aquí me tienes 😉 has conseguido redactar un email de abordaje molón, muy pro, con un punto de humor aquí y allá, vamos, que muy bien. Lo tienes a punto de caramelo, con el dedo sobre el “send”. ¿Y por qué no lo haces? ¿Por qué no envías?
El miedo al NO, o peor aún, a no recibir jamás respuesta, es paralizador.
Y ahora yo te pregunto, ¿Y qué? ¿Qué pasa si no te responden nunca? Que tendrás dos caminos: o insistir de manera inteligente, cambiando el mensaje, hasta conseguir una respuesta, u olvidar para siempre el contactar de nuevo. Ya está. El camino está abierto, tienes dos opciones y el siguiente paso depende de ti, de nadie más. Frente a la duda, el NO te ha despejado el paisaje y ahora tú decides.
¿Y qué pasa si responden NO? Que sabrás que estás haciendo algo bien, te han respondido ¡y eso es una pasada! Ese NO te dice que aún tienes que mejorar, que sigas adelante, que se han tomado la molestia de leerte y de darte una respuesta y que por tanto no son indiferentes. Enfoca de nuevo, analiza de nuevo, propón de nuevo. Tal vez esta vez sea un SÍ.
[bctt tweet=»Cada NO que recibes, es una puerta abierta a tu destino.» username=»sandra_copy»]
Y ahí estás de nuevo. Tu empresa ha presentado un proyecto a un concurso. Han sido meses de trabajo, de horas invertidas, diseños, documentación, investigación, prototipos, recursos económicos, personales, vamos, que te has dejado el alma. Y toda la ilusión del mundo. Y NO has ganado.
¿NO has ganado?
En primer lugar, míralo fríamente. Tal vez ganar no era lo que necesitaba tu proyecto en este momento. Tal vez hubiera sido demasiado, tal vez aún no estás preparado. Tal vez ese NO ha cerrado una puerta que no debías abrir, tal vez ese NO es la puerta abierta a algo más, otro trabajo, otro concurso, otra meta.
¿Que NO has ganado? ¿Y todo lo aprendido? ¿Habrías dado ese paso adelante, todo ese trabajo, sin la motivación de ganar el concurso? ¿De verdad habrías hecho todo ese sacrificio para pegar ese salto cualitativo que te ha colocado en situación de participar en el concurso? Y ese salto cualitativo, esa expertise que has desarrollado, ¿no te sitúa a otro nivel?
Y por último, recuerda que el NO es un camino de doble dirección. Quid pro quo, que diría el amigo Hannibal. Esgrimir un NO a tiempo puede salvarte de un cliente torturador, de un proyecto que te arruine o de un trabajo que te esclavice. Un NO contundente en el momento adecuado te libera de una persona tóxica, te protege de adulaciones vacías y falsas y te ahorra una pasta en psicólogos.
¿Cómo lo ves? ¿He conseguido que mires al pobre NO con buenos ojos? Si es así, déjame un comment, si no me escribes, no worries. Lo tomaré como punto de partida para seguir mejorando 🙂